En el boletín del Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual No. 459 del 4 de noviembre de 2003 se publicó que la Denominación Ron de Venezuela es una Denominación de Origen del Estado Venezolano para aplicarse a la bebida alcohólica de Ron, y que sólo podrá aplicarse en el concepto exacto de Ron dado por las normas COVENIN, a beneficio de los productores que agrupa la CAMARA DE LA INDUSTRIA VENEZOLANA DE ESPECIES ALCOHOLICAS (CIVEA), todo ello por haber cumplido con lo exigido en los artículos 201, 202, 203, 204 de la Decisión 486 de la Comunidad Andina de Naciones.
Las características y materia prima utilizadas para la elaboración del producto y el procedimiento para su elaboración, serán además de las impuestas por la Norma COVENIN, las que se establezcan, en el CONSEJO REGULADOR o cualquier otra figura a fin.
En virtud del anterior reconocimiento al RON DE VENEZUELA como denominación de origen del Estado Venezolano y por cuanto la misma puede ser utilizada por aquellas personas que cuenta con la Autorización de Uso correspondiente, otorgada por el servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual.
Se insta a los beneficiarios de la denominación de origen RON DE VENEZUELA o a las entidades públicas o privadas que las representen a elaborar y disponer los mecanismos que permitan un control efectivo del uso de la denominación de origen protegida, a través de normas específicas en un CONSEJO REGULADOR o una figura afín, todo ello de conformidad con lo amparado en el artículo 213 de la Decisión 486 de la Comunidad Andina de Naciones.
Disponer la Inscripción de la DENOMINACIÓN DE ORIGEN RON DE VENEZUELA en el Libro de la Denominaciones de origen del Servicio Autónomo de la Propiedad Industrial, y asignar su correspondiente número de registro.
El Camino del Ron comienza con la llegada a nuestro continente de los primeros europeos conocidos. Una gramínea silvestre que provenía de China y la India, y que había sido adoptada por los agricultores de las Islas Canarias, formaba parte del equipaje que el Almirante Colón trajo desde España. Esta larga y dulce planta, sembrada por los descubridores en la Isla Hispaniola, actual República Dominicana, marca el inicio de la historia que dará lugar al Ron, una de las bebidas alcohólicas más antiguas de nuestro continente.
Es altamente probable que cualquier venezolano haya visto alguna vez un sembradío de caña. Las plantaciones de caña de azúcar semejan hileras de bastones muy altos. Estos bastones, mejor conocidos como varas de caña, constituyen uno de los cultivos más tradicionales de nuestra tierra y han sido aprovechados a todo lo largo de nuestra historia de muy diferentes maneras. Si la caña ha sido un cultivo tan preciado esto se debe, entre otras cosas, al gran aprovechamiento que el productor obtiene de esta noble planta. Incluso el bagazo constituye un importante insumo para la industria de la construcción. El uso de la caña de azúcar es total, a tal punto que los niños que viven alrededor de las plantaciones, tienen a esta planta como una de sus golosinas preferidas. ¿Ha podido usted disfrutar alguna vez el placer de masticar un pedazo de caña de azúcar y paladear el sabor azucarado de su savia?
Cómo la caña se convierte en melaza:
Del proceso industrial a que se somete la caña de azúcar resultan dos subproductos: el bagazo y le jugo. Después, a este jugo se le extrae una gama de azúcares y se convierte en melaza, un líquido muy espeso y oscuro de sabor dulce y agradable.
Esta melaza llega a la destilería. Allí se almacena en los llamados “tanques de fermentación”. En estos inmensos recipientes, la melaza se mezcla con agua y levadura. Lo que produce la fermentación. Se trata de microorganismos que al devorar el azúcar de la melaza, producen su transformación en alcohol, en un lapso que varía entre dos y cuatro días.
Este líquido que se bombea a la unidad de destilación se convertirá en alcohol etílico cuando se separe el alcohol del licor que resultó del proceso de fermentación anterior. Este paso da lugar a otro subproducto que al deshidratarse resulta en un excelente alimento para ganado, pues es rico en vitaminas y minerales.
El valor del envejecimiento:
Desde la destilería viaja en cisternas hasta las plantas de los productores de Ron, iniciando el proceso para obtener los diferentes rones. Aquí el alcohol etílico se diluye de 96 a 60 grados con agua totalmente pura. Esta proviene exclusivamente de modernas plantas de tratamiento de agua, un alarde de tecnología, que logra que este proceso industrial sea amable con el ambiente.
Pronto comenzará el proceso de embarricado de este alcohol. Pero antes de esto deberán estar listas las barricas, en la que se producirá la alquimia del envejecimiento. Este paso es todavía, a comienzos del siglo XXI, una labor completamente artesanal, y este es uno de los secretos que garantiza la calidad y el sabor de nuestros productos.
Las barricas vienen desensambladas, su reensamblaje requiere de un personal altamente especializado que por su corpulencia, se distingue de inmediato del resto del equipo humano que trabaja en las plantas. Son los toneleros, cuya labor está signada igualmente por la fuerza y la destreza en el manejo de herramientas tales como el cincel y el martillo, y quienes heredaron sus conocimientos de un grupo de maestros de origen portugués.
La barrica, antes de armada, no es sino una especie de listones o duelas de madera de roble americano. Un hecho que sorprende es que sin el uso de pegamentos ni resinas de ninguna especie, las barricas quedan completamente selladas. Esto se debe a la pericia empleada en lograr la forma ovoidal a partir de la unión perfecta de las duelas insertadas en dos aros de metal calzados con martillos y cinceles. Tratadas como joyas, las barricas son elaboradas a mano con herramientas de esta especie de orfebres que son los toneleros.
El Ron una bebida maravillosa:
El Ron es el resultado de un intercambio mágico. El líquido permea la madera que le otorga color y sabor. La madera está requemada, signo que contribuye a la herencia que deja al ron. Simultáneamente el oxigeno del exterior accede al alcohol con el paso de los años. Este ritmo de entrada y salida, esta especie de canje de energías entre el alcohol, la madera, el oxígeno y el paso del tiempo, nunca en un lapso menor de dos años, marcan el nacimiento de ese alcohol envejecido que es el Ron.
Cada barrica al llenarse lleva una especie de partida de nacimiento llamada Acta Fiscal que le otorga el Estado a través del Ministerio de Hacienda. Allí se certifican los números de litros de alcohol embarricado, la fecha y el grado alcohólico. Este paso permite dos importantes hechos: el pago de tributos fiscales y la garantía de calidad de ese ron.
El galpón de envejecimiento es un sitio muy especial. El sol tropical de nuestro país calienta cada pasaje de las plantas, con una excepción: este inmenso establecimiento donde reposan las barricas por un mínimo de dos años. Al entrar, el descenso de la temperatura sorprende. Este refrescamiento no deviene únicamente de la sombra que brindan los elevados techos colocados a unos 15 metros de altura. Quizá más importante que esta, es la lenta evaporación del alcohol de las barricas.
Solo el reposo, el tiempo, el silencio y la penumbra intervienen en el añejamiento del ron.
Estas plantas de añejamiento son unas de las más grandes del mundo. Visitarlas es un hecho inolvidable. Al entrar se aprecia la comunicación del alcohol y la madera, la respiración de las mil barricas donde envejecen millones de litros simultáneamente.
La calidad de nuestros rones:
Hasta ahora el proceso ha estado dominado por la magia y el arte. Una vez vaciadas las barricas donde se produjo el ron, comenzará a intervenir la tecnología. Mediante tanques romanas se mide la merma del envejecimiento y esto se asienta en el Acta Fiscal, para fines de control por parte del Estado.
El siguiente paso, el del procesamiento final del ron, es controlado automáticamente. El producto pasa a través de una serie de filtros que garantizan su total pureza. Se incorpora agua para diluir el licor que de 57 grados deberá llegar a los 40 grados.
Todo el camino del ron está aderezado de estrictos controles de calidad. Tanto la materia prima, la melaza, como el agua y el alcohol, son sometidos a rigurosos chequeos físico-químicos y a pre-catas. Este proceso asegura que el producto final tenga la calidad de siempre, un resultado que da lugar a rones que han recibido premios en todo el mundo, desde el inicio de su historia.
Con el catado retorna el toque artístico al proceso del ron. Antes y después de los más rigurosos análisis de laboratorio, tiene lugar ese acto sensorial que es el catado. Este es el trabajo de los maestros cuya información se alimenta a lo largo de todas sus vida. No hay final en ese aprendizaje donde confluyen varios sentidos que garantizarán que el licor tenga el estándar esperado.
En el catado el primer sentido que interviene no es el gusto sino la vista. Se aprecia primero el brillo y el color amielado, tradicionalmente asociado a los rones venezolanos. Además de su carácter cristalino, ya convertido en símbolo de nuestro ron. Sin embargo, la apreciación olfativa precede en importancia al anterior análisis visual. El olfato extremadamente fino de los catadores determina incluso olores que se escapan a los instrumentos analíticos más sofisticados y modernos.
En la apreciación olfativa intervienen mecanismos neurofisiológicos que permiten que las moléculas aromáticas, en estado gaseoso, desencadenen reacciones químicas que producen la sensación tras varias aspiraciones sucesivas del ron. Por último, interviene el sentido del gusto. Las papilas gustativas son las únicas capacitadas para discernir los diferentes sabores (amargo, ácido, salado, azucarado).
Este proceso sensorial es extremadamente complejo, puesto que cada unos de los diferentes sabores es realmente percibido por separado. La razón por la que los catadores deben mantener la muestra un momento en la boca es, primero, para que aumente la temperatura del líquido, lo que hará que el olor que despida sea mayor y más apreciable, y, también para que este tiempo permita que las sustancias volátiles se evaporen y sean percibidas por la vía retro-nasal. Todos estos factores hacen de la cata un proceso sensual y complejo, un paso determinante para obtener el mejor producto a embotellar.
En el proceso de envasado confluyen el ron, la botella y la caja. En este paso la tecnología vuelve a protagonizar. Aquí se colocan las etiquetas que distinguen cada marca y el precinto que protege a la botella de ser abierta hasta que llegue a su consumidor. Este precinto también certifica que el ron se ha producido bajo todas las normas sanitarias y de calidad requeridas por el Estado venezolano.
Este Camino desde el cañamelar a la más alta tecnología de las plantas, es un recorrido de dos años que logran un producto cuya historia data del siglo XIX y que ha sufrido las más diversas modificaciones hasta convertirse en un licor, orgullo de nuestro país el “Ron de Venezuela”.
Desde los tiempos de nuestros antepasados aborígenes. Venezuela no deja de sorprender por su naturaleza extraordinaria, de donde emanan de forma espontánea cantidades infinitas de tesoros y riquezas.
Excepcional
La caña de azúcar es solo una muestra. Los días soleados y las noches frescas, el clima perfecto, los ricos suelos y el paso constante del viento dan como resultado las mejores cosechas del Caribe... no en vano Colón nos describió como la Tierra de Gracia.
Exótico
Pero no solo se trata de geografía, sino de gente... gente que con sus manos siembra la caña, la cosecha, fermenta, destila y envejece, una tradición que ha perdurado por siglos y donde la naturaleza nuevamnte nos bendice con las condiciones ideales para que la caña de azúcar se convierta en el mejor ron.
Representamos al producto de una tierra fecunda y diversa que nos sorprende a cada minuto con sus manifestaciones. Queremos compartir ese exótico legado con el resto del mundo... queremos que descubras el ron de Venezuela.
Encantador
LA DENOMINACIÓN DE ORIGEN RON DE VENEZUELA es un inmenso orgullo para los venezolanos, es la tradición de una cultura mestiza y autóctona, es la calidad que los amantes del ron desean, es encantador porque proviene de gente cálida y hospitalaria, y nos consolida porque une a la industria de rones venezolanos en la búsqueda de la excelencia.